Una de las preguntas más recurrentes que recibimos estos días es la siguiente: ¿Cómo habéis logrado que 86 periodistas de todo el mundo trabajaran juntos?
Puedo entender su perplejidad, ya que los periodistas normalmente compiten ferozmente entre ellos para conseguir exclusivas. Cuando un periodista recibe un buen soplo o consigue un documento único, no se sienta y se pone a imaginar cómo puede compartir esa información con el mayor número de colegas posible por todo el mundo.
Muchos periodistas de investigación son los típicos “lobos solitarios” que trabajan de manera aislada y protegiendo al máximo su información.
Eso no está tan mal, pero ese método de trabajo hubiera sido un absoluto desastre en la investigación que hemos llevado a cabo sobre los paraísos fiscales.
Teníamos ante nosotros 2,5 millones de documentos que se referían a operaciones financieras en paraísos fiscales en más de 170 países y territorios. Se trataba de datos globales sobre un asunto de relevancia global, básicamente transacciones comerciales y flujos de capitales. De inmediato concluimos que este trabajo no se podía llevar a cabo de forma eficiente desde nuestra oficina en Washington o con un pequeño equipo de reporteros del International Consortium of Investigative Journalists (ICIJ) inicialmente contratados para analizar esos archivos.
Necesitábamos hacer una investigación abierta, pero siempre dentro de unos límites que no comprometieran la viabilidad del proyecto ni el buen tratamiento de las fuentes. El enfoque era arriesgado, pero no había otra forma de afrontar la investigación.
El verano pasado, Nicky Hager, miembro del ICIJ, y yo misma hicimos un repaso de la lista de los 160 periodistas del Consorcio, originarios de más de 60 países, y empezamos a tomar decisiones. Ese fue uno de esos momentos en los que resultó palpable cómo el hecho de haber tejido a lo largo de los años una red de contactos y reporteros de toda confianza, empezaba a marcar diferencias.
En países donde no contábamos con miembros del Consorcio, escuchamos recomendaciones y evaluamos la carrera profesional de los potenciales colaboradores. Nuestro criterio de selección no estuvo basado exclusivamente en considerar el medio donde trabajaban, ya que nos interesaba mucho más elegir a las personas idóneas, a verdaderos periodistas de investigación y a reporteros verdaderamente dignos de confianza (léase: How We Chose Our Offshore Reporting Partners).
Asimismo, hay que decir que tuvimos que renunciar a cubrir algunos países y los dejamos para más adelante.
En octubre del 2012, el equipo de reporteros que trabajaba en el proyecto había crecido ya hasta contar con casi 40 integrantes. Para entonces, ya les habíamos enviado listas de nombres relacionados con sus países y ellos habían comenzado a informarnos sobre las potenciales historias de interés que podían contar. Asignamos coordinadores regionales para que trabajasen de cerca con los reporteros sobre el terreno, y contratamos a uno de nuestros miembros en España, Mar Cabra, para que formase a los reporteros sobre cómo comprender y hacer uso de los archivos.
A través de Skype, email o a veces en persona, Mar y los otros coordinadores regionales daban a los reporteros consejos e instrucciones precisas que nosotros habíamos aprendido tras meses de trabajo mediante el método ensayo y error. Nos habíamos dejado la piel para llegar a entender 260 gigabytes de datos desestructurados.
Por su parte, los reporteros nos proporcionaban información de primera mano sobre quiénes eran los clientes en paraísos fiscales y sobre el posible interés de la opinión pública en la historia. Ellos también indagaron en los documentos judiciales nacionales y en otros registros públicos que pudieran aportar el contexto temático necesario a las investigaciones.
Para facilitar el intercambio de información, nuevos hallazgos y ─por qué no─ frustraciones en el proceso de la investigación, uno de nuestros reporteros geeks creó un foro seguro online para el equipo.
Aún así, necesitábamos ser flexibles y adaptarnos, adaptarnos y adaptarnos. Porque lo que podía funcionar bien para un reportero que trabajara en un periódico alemán, podía no tener sentido para un periodista de Karachi (Pakistán), que tiene un acceso limitado a internet y alguna inquietud sobre cómo preservar la cadena de seguridad de la información.
Hasta ese estadio del trabajo, la responsabilidad de los coordinadores regionales y los investigadores del ICIJ había consistido en realizar búsquedas en la base de datos de los paraísos fiscales y posteriormente compartir los datos específicos a los reporteros sobre el terreno. Pero en diciembre pasado, la investigación se atascó porque el equipo había crecido bastante más rápido que los recursos a nuestro alcance para proveerles de datos. Esto provocó que algunos reporteros comenzaran a perder interés en la historia, debido a que no podíamos enviarles los archivos con la suficiente celeridad.
Necesitábamos tomar otra difícil decisión si queríamos mantener viva la investigación y, así, tener a los reporteros motivados. En menos de dos semanas, un programador del Reino Unido creó una interfaz que permitiría a los reporteros hacer sus búsquedas desde sus países de trabajo. Fue una medida crucial en un momento crítico, ya que quedaban sólo tres meses para publicar.
Antes de formar parte del proyecto, varios reporteros y los medios a los que pertenecían aceptaron suscribir el compromiso de no compartir con terceros los archivos relacionados con la investigación, así como que respetarían embargos y que trabajarían como parte de un equipo. Es importante destacar que tomaron muy en serio estos compromisos.
Más allá de las herramientas de trabajo en equipo y de la tecnología que utilicemos, creemos que las buenas relaciones humanas ─entre los coordinadores, los reporteros y los periodistas que estaban trabajando sobre el terreno─ han sido la clave para llevar a buen puerto la investigación. Esto no quiere decir que el trabajo haya estado exento de momentos dramáticos. De hecho, nunca deja de serlo cuando se trabaja con reporteros que hablan distintas lenguas, que viven en zonas horarias dispares y de culturas tan diversas (incluso, de culturas periodísticas diferentes).
El director del ICIJ, Gerard Ryle, nos dijo desde un principio que la clave del éxito de la investigación radicaba en mantener al equipo unido, independientemente de las dificultades que pudieran ir surgiendo.
A fin de cuentas, estamos trabajando con más de 90 reporteros en 47 países. Actualmente nos estamos preparando para trabajar en colaboración con reporteros de más países que aún no hemos abarcado.
De alguna forma, esto podría ser sólo el principio.
(Aquellos reporteros interesados en colaborar con el ICIJ, pueden ponerse en contacto a través de contact@icij.org. Estamos recibiendo muchas solicitudes, así que os agradecemos por adelantado vuestra paciencia).
Traducción de Maddalena Liccione y Marcos García Rey
Subscribe to The ICIJ Global Muckraker by email or get the RSS feed